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Miércoles 21 de Octubre de 2020

Buenas prácticas en movilidad urbana en tiempos de COVID-19

La movilidad es una de las actividades que más se ha visto afectada por la pandemia provocada por el virus del COVID-19. Numerosas ciudades en todo el mundo tomaron, en una primera fase, medidas para limitar el desplazamiento de las personas, mientras que en una segunda fase aplicaron medidas para mitigar o contener la propagación del virus por contacto entre personas.

Buenas prácticas en movilidad urbana en tiempos de COVID-19

La movilidad es una de las actividades que más se ha visto afectada por la pandemia provocada por el virus del COVID-19. Numerosas ciudades en todo el mundo tomaron, en una primera fase, medidas para limitar el desplazamiento de las personas, mientras que en una segunda fase aplicaron medidas para mitigar o contener la propagación del virus por contacto entre personas.

Las restricciones a la movilidad del periodo de hibernación provocaron una reducción en el uso del vehículo privado, que originó una mejora muy notable en la calidad del aire de las ciudades. Además, el espacio que no ocupaban los coches fue cedido al peatón y a la bicicleta. Pero el descenso en el uso del coche fue menor que el del uso del transporte público, y los gobiernos locales quieren recuperar el escenario anterior en el que el transporte público y la movilidad activa desempeñan un papel clave para conseguir ciudades más humanas, sostenibles y resilientes.

A nivel urbano, el transporte público colectivo es esencial para el funcionamiento de una ciudad y su área metropolitana pues garantiza la movilidad cotidiana de los ciudadanos, permitiendo de manera eficiente el transporte de muchas personas en poco espacio. Es la “columna vertebral” del transporte en los núcleos urbanos. Sin embargo, esa capacidad de transporte masivo choca con la necesidad de mantener la distancia social necesaria para evitar la propagación del virus, por lo que han sido necesarias una serie de medidas para conseguir que viajar en transporte público fuera una opción segura.

Durante la desescalada, el MITMA publicó la “Guía con recomendaciones para la desescalada del transporte urbano y metropolitano”, para que las administraciones competentes en materia de transporte pudieran aplicar en mayor o menor medida en función de sus circunstancias y necesidades. Entre otras, estas medidas se agrupaban en:

  • medidas de protección y prevención:
    • mascarilla obligatoria
    • instalación de dispensadores de gel hidroalcohólico en grandes estaciones e intercambiadores
    • instalación de máquinas de vending para la distribución de mascarillas en las principales estaciones de metro
    • desinfección diaria de vehículos, estaciones e instalaciones
    • seguridad de los trabajadores
    • rotulación de vestíbulos, andenes y vehículos para mantener la distancia de seguridad
    • habilitación del pago con tarjeta
    • apertura automática de puertas en los trenes que lo permitan
  • medidas de información y comunicación:
    • cartelería para dar a conocer a todos los usuarios las recomendaciones, medidas obligatorias y condiciones del servicio
    • APP en tiempo real sobre el grado de ocupación de los vehículos y estaciones
  • medidas de oferta:
    • ajustar la oferta a la demanda
    • bloqueo de tornos de entrada en estaciones de metro para evitar aglomeraciones en andenes
    • señalización de las principales estaciones con encaminamientos para mejorar el flujo de viajeros y evitar cruces
  • medidas de demanda:
    • teletrabajo
    • flexibilización de horarios

Aparte de las medidas específicas aplicadas en el transporte público, los ayuntamientos de muchas ciudades españolas también pusieron en marcha otras buenas prácticas en materia de movilidad. Algunas de ellas consistieron en aumentar la longitud de los carriles bici, dar prioridad a la circulación de autobuses mediante carriles reservados, fomento de la micromovilidad, peatonalización temporal -y, en algunos casos, permanente- de algunas calles para dar más espacio al ciudadano y mantener así la distancia de seguridad, aumento de espacios para aparca-bicicletas, ayudas económicas para la compra de motos, bicicletas y patinetes, etc.

La pandemia está siendo también una oportunidad para acelerar la transformación de los modelos de movilidad hacia ciudades más sostenibles y habitables, con modelos de convivencia en la vía pública que den prioridad al transporte público y a los modos no motorizados.